¿Qué se entiende por un trastorno psicológico grave o crónico?
Cuando una persona lleva años en tratamiento psicológico o psiquiátrico o bien ha probado todo tipo de terapias, o está muy medicada, y con un nivel de sufrimiento emocional o psicológico alto, o con alta incapacidad para hacer más o menos una vida normal, podemos decir que estamos hablando de un trastorno psicológico grave o crónico.
Pero hemos de diferenciar dos tipos, aquellos que ya se han convertido en estructurales, como es el caso de muchas esquizofrenias, y aquellos que no pueden explicarse necesariamente por cuestiones causales, por ejemplo depresiones mayores prolongadas en el tiempo.
En el primer caso siempre se puede hacer algo pero, honestamente, la intervención es compleja y es muy difícil garantizar resultados, pero cuando no hablamos del espectro psicótico en sus estados más extremos o agudos, en el resto de problemáticas es posible, en algunos casos, hacer intervenciones que pueden llegar a ser positivas en la vida del paciente, especialmente si este es joven.
A veces los elementos subyacentes están por descubrir, o no se han establecido vínculos suficientemente fuertes con el paciente como para permitirle tener un asidero a partir del cual empezar a mejorar.
La cuestión es que en ocasiones se ha atendido más al diagnóstico, a la etiqueta, que a la persona, y el paciente puede sentirse desamparado porque no se ha llegado a “conectar” verdaderamente con él o ella hasta alcanzar la clave que genera el punto de inflexión en el problema.
Mi experiencia con pacientes nacionales e internacionales de diferentes niveles de gravedad me permite dirimir, relativamente pronto, las posibilidades que yo, como psicólogo, tengo de ayudar a la persona que me consulta.
Por eso, sin compromiso alguno, lo mejor es preguntar sobre el caso y las posibilidades de superación del problema.
Modalidad de terapia.
La terapia que aplico es un modelo integrador entre lo analítico (profundizar en la historia y la psique del paciente) y experiencial (llevar al cambio real en la vida), es decir, lo primero y fundamental es conocer la verdadera personalidad del paciente y las circunstancias vividas para empezar a trabajar con la intención de ir desanudando aquellos elementos negativos que le oprimen así como desarrollar los positivos que están en latencia pero no han sido activados.
Las terapias tienen una duración media de entre seis meses y dos años, con frecuencia semanal o quincenal.