Homosexualidad, homoerotismo, homoafectividad, homofobia, homosexualidad egodistónica y TOC de contenido homosexual

Damián Ruiz

 

Si algo tiene la experiencia terapéutica, en mi caso ya son más de treinta años, es que te permite conocer la enorme cantidad de matices que presentan los seres humanos. Además, en mi opinión, esos matices son los que generan la diversidad de la vida y hacen que la interacción entre las personas sea mucho más rica.

Por ello he querido escribir un artículo con un título tan largo y que voy a centrar en la condición masculina.

Empezaré por lo más evidente y más comprensible para todo el mundo: La homosexualidad, que es la atracción sexual por personas del mismo sexo (entre un 5 y un 8 por ciento de la población masculina occidental se identifica como homosexual o bisexual) es un hecho en toda sociedad, en toda cultura y en toda época histórica. Su visibilidad o no depende, exclusivamente, de la tolerancia de esa sociedad.

Esta condición es una condición biológica minoritaria de la especie humana. No hay que buscar condiciones psicológicas desencadenantes. El porcentaje permanece a lo largo de la historia.

Pero fijémonos bien en el concepto homo-sexualidad. ¿Por qué? Porque no toda persona homosexual, que actúa como tal, tiene integrada la homo-afectividad. Esto ¿qué quiere decir? Pues que, en algunos casos, hay una escisión entre el comportamiento sexual y la condición afectiva de tal modo que su vida puede guiarse por la compulsión sin ser capaz de generar vínculos estables de tipo afectivo con otra persona del mismo sexo. Un porcentaje de los hombres gays se pasan su existencia buscando nuevas parejas sexuales sin “atreverse” a crear una relación de pareja auténtica.

El homoerotismo, por otra parte, es una condición que se da entre varones que establecen un vínculo erótico no necesariamente sexual, puede ser a través de un contacto físico limitado al afecto y las caricias que no llega a tener conductas propias de lo que podríamos entender puramente por sexo. Este tipo de relaciones se dan entre hombres que se acercan más a la bisexualidad o a una heterosexualidad activa pero con componentes de atracción erótica hacia su mismo sexo. El homoerotismo también ha sido expresado en el arte no sólo por hombres homosexuales sino también heterosexuales, como el austriaco Egon Schiele (1890-1918).

Mencionar que la Klein Sexual Orientation Grid (KSOG), por ejemplo, es una de las herramientas más completas desarrolladas para medir la orientación sexual y que valora, a lo largo del tiempo, como varían determinadas dimensiones de lo que estoy comentando.

 

En relación a la homo-afectividad, en principio debería darse en todos los homosexuales que han integrado su condición pero también se puede dar entre varones heterosexuales estableciendo algún tipo de contacto, o cercanía, no erótica pero en el que se transfiere verdadero afecto por el compañero-amigo del mismo sexo.

En las sociedades avanzadas y liberales, como hasta ahora han sido una gran parte de las occidentales, estas realidades se manifiestan con bastante frecuencia, en muchas ocasiones de manera íntima, poco visible socialmente. 

Un porcentaje de entre el 6 y el 10 por ciento de los hombres, según determinados estudios (p.ej. Estudio crítico de la experiencia homoerótica en dos investigaciones latinoamericanas sobre comercio sexual entre hombres1 Porfirio Miguel Hernández Cabrera Universidad Autónoma de la Cuidad de México) han tenido este tipo de relaciones, homoeróticas u homoafectivas, sin llegar a la relación propiamente sexual y sin identificarse como gays.

 

Y ahora sigamos con la homofobia. 

Yo he de reconocer que cómo terapeuta cuando me encuentro con un varón más o menos joven que desprecia o rechaza la condición homosexual de manera visceral siempre me hace sospechar (y no me refiero a alguien que padece un TOC de contenido homosexual). Y es que la homofobia intensa podría estar, en algunos casos, relacionada con una fuerte homosexualidad latente claramente reprimida  (Adams, H. E., Wright, L. W., & Lohr, B. A. (1996). Is homophobia associated with homosexual arousal? Journal of Abnormal Psychology). Es recomendable como ejemplo ilustrativo de estos casos ver la película “American beauty” (Sam Mendes, 1999).

El homófobo vincula masculinidad y orientación sexual porque todavía no ha integrado que un hombre al que le atraen otros hombres puede poseer una virilidad determinada y una profesión tipicamente “masculina”. Evidentemente también hay personas homo o bisexuales en el ejército, el deporte profesional, salvamento o seguridad, por ejemplo, o cualquier otra fuera de las estereotipias propias de lo que se considera “afeminamiento”. Es decir la homosexualidad se puede representar de cientos de maneras diferentes y muchas de ellas no tienen que ver ni con la sensibilidad, ni con el gusto estético ni, mucho menos, con el amaneramiento. 

Una persona tiene derecho, evidentemente, a que determinados colectivos no le gusten pero cuando la rabia es excesiva, quizás y desde un punto de vista psicológico, nos debemos preguntar qué esconde.

 

Y vamos al trastorno obsesivo de contenido homosexual. 

Dudar permanentemente de si los hombres te gustan o no, es indicativo claro de que no te gustan. ¿Por qué? Porque cuando algo no puede llegar a arraigar en el pensamiento o en la emoción es porque no forma parte de nuestro interés. Es decir, nada que verdaderamente nos guste, queramos o deseamos lo convertimos en duda permanente.

En mi caso cuando alguien inicia terapia conmigo por esta cuestión siempre le hago las mismas preguntas:

  • ¿Has tenido, durmiendo, algún sueño homoerótico placentero?
  • ¿Has tenido relaciones sexuales placenteras con alguna persona de tu mismo sexo?
  • ¿Te has enamorado de alguien de tu mismo sexo?
  • Para aquellos que se comprueban viendo porno gay. ¿Has sentido una clara excitación, erección, sin tocarte, mientras veías este tipo de escenas? (Y aquí no sirve la típica sensación de hormigueo en la zona genital más propia del nerviosismo del momento que de ninguna otra sensación).

Pues bien si la respuesta a estas preguntas es No a todas ellas o al menos a tres de ellas, -la primera a veces puede suceder puntualmente-, es que no hay elementos que indiquen tendencia homosexual alguna y estamos, con mucha probabilidad, ante un TOC de contenido homosexual.

Por la misma razón si la respuesta a al menos tres de ellas ha sido que Sí quizás es necesario empezar a plantearse la posibilidad de, al menos, una cierta tendencia hacia el mismo sexo.

 

Y aquí nos encontramos con la homosexualidad o bisexualidad egodistónica que se da en aquellas personas que, aún teniendo claras evidencias constatables, por los hechos, de atracción por el mismo sexo, se niegan a reconocerlas. Por ejemplo aquellos que hubieran respuesto Sí a todas las preguntas anteriores y que aún así consideran que son plenamente heterosexuales. Largo camino de integración les espera, algo que tarde o temprano tendrán que asumir más allá de su homo o bisexualidad y de cómo quieran vivirlo. Porque es cierto que nadie está obligado a hacer lo que no quiere, aunque sea por cuestiones morales, pero eso es una cosa y otra autoengañarse.

 

Por último, la condición de cada persona debe ser vivida con la máxima naturalidad, sin miedos, sin compulsiones y de forma integrada.

Un hombre, tenga la edad que tenga, puede gestionar su vida como considere más adecuado en función de sus valores o de sus circunstancias pero lo que no puede hacer nunca, porque el precio a pagar sería muy alto, es autoengañarse. 

La condición de cada cual está llena de variables diferentes, en lo ideológico, cultural, sexual, moral, afectivo, socioeconómico, intelectual, etc. Y todo debe ser integrado de modo que genere un tipo de vida satisfactorio y equilibrado. Pero el autoconocimiento es fundamental para que todo ello siga una vía de templanza y calma interior.

Los seres humanos somos complejos y, como decía al principio, estamos llenos de matices y a cada cual le tocan una serie de condiciones internas y circunstancias externas y con esas cartas que nos han dado hay que saber “jugar” en la vida.

En todo caso relajémonos y si alguien considera que no puede ser él, porque no le comprenden o se lo permiten, que no se desespere, siempre va a haber personas y lugares en el mundo dispuestos a ayudarle.

Lo que cada persona es debe ser integrado con dignidad y amor propio y nadie debe forzarle a ser otra cosa de lo que es.

La heterosexualidad es la variante claramente mayoritaria, más del 90% de la población masculina y la homo y la bisexualidad son claramente minoritarias. Aceptar estas realidades sin más dramatización ni conflicto, ni personal ni social, debería ser tan sencillo y evidente como entender el ecosistema de un determinado hábitat. Y muchas veces si la minoría no quiere ser mayoría y la mayoría respeta a la minoría el sistema puede llegar a ser armónico, productivo y culturalmente elevado.

Scroll al inicio