Personalidad y negociación política

Fuente: El Mundo

 

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El drama vivido, hace un par de semanas, en el despacho oval entre Trump y Zelensky además de ser un hito histórico demuestra también la necesidad de prepararse bien para ese tipo de encuentros. Imagino que la mayoría de países, especialmente los más avanzados, cuentan con información personal, probablemente secreta y privada, de gustos, tendencias, fijaciones, incluso fetichismos de aquellos líderes o personalidades relevantes con los que un mandatario se va a reunir.

Pero en este caso además es que el presidente americano es un libro abierto. A pocas personas en el mundo se les puede percibir de forma tan transparente, casi intuitiva.

Analícemos, por ello, este caso. En primer lugar vas a reunirte con el hombre más poderoso del planeta de quién necesitas su ayuda y su apoyo continuo. Tiene características reconocibles: le gusta que le adulen, es tremendamente arbitrario, quiere ser considerado una figura histórica y su pragmatismo es materialista, no ha lugar a cuestiones basadas en ideales románticos o moral social.

Sus dos adláteres principales son un personaje con una visión tecnológica y deshumanizada del planeta, con poco aprecio, dicho suavemente, por ese mundo emocional y «débil» en el que se mueve una gran parte de la población mundial y un hombre forjado a sí mismo, de origen humilde y fatigoso, que considera a las élites progresistas las culpables de la degeneración y la decadencia de Occidente, algo que a él le afectó, considera, personalmente.

Es decir para uno Europa es un lugar bonito, un conjunto de postales, desagradecido con su país, para otro un reguero de normas y regulaciones innecesarias y para el tercero el reino de la disolución y del hedonismo debilitante.

Y tú, que tienes al país hecho unos escombros, te plantas a negociar con ellos a pecho descubierto y apelando a la ética geopolítica y a los tratados internacionales.

Lo máximo a lo que podía aspirar Zelensky era a salir con un mal acuerdo del que debería estar enormemente agradecido y dejar claro ante las cámaras que Trump es el mejor presidente que pueda haber. Y, quizás, eso… podría comprometerle porque le importa mucho su imagen pública. Pero sólo quizás.

Y ganar tiempo. Y durante ese tiempo Europa se rearma. Pero ya no tiene un conflicto con el líder del «mundo libre».

Saber cuáles son las propias fuerzas respecto a las del otro es algo imprescindible. Eres un pequeño rey de un pequeño país hablando con el emperador de Roma en pleno apogeo.

Y el emperador actúa como tal, con la arrogancia y la fuerza que le da ese mandato y que trasciende las leyes contemporáneas de su propio país.

Escandalizarse ante Trump es tan absurdo como ir al carnaval de Río a encontrar la paz interior. Es imprescindible un análisis riguroso tanto de las circunstancias como de las personas, de lo contrario se pueden producir actos fallidos de consecuencias imprevisibles.

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