El trastorno de conversión es la manifestación de conflictos internos a través del cuerpo. Síntomas como parálisis, ceguera, dificultades motoras o temblores pueden aparecer sin una causa médica clara, pero con un significado psicológico profundo. No se trata de fingir ni de buscar atención deliberadamente, sino de un lenguaje simbólico a través del cual la psique expresa lo que no puede ser dicho de otra forma.

El cuerpo se convierte en el escenario donde se representan tensiones emocionales no resueltas, traumas silenciados o conflictos que han quedado fuera del alcance de la conciencia. Por lo tanto, el tratamiento no solo busca aliviar los síntomas, sino descifrar su mensaje y facilitar la reintegración de los aspectos psíquicos fragmentados.

El proceso terapéutico: Descifrando el lenguaje del cuerpo

El trabajo terapéutico con el trastorno de conversión requiere un enfoque que integre la mente y el cuerpo, permitiendo que las emociones reprimidas encuentren una vía de expresión más consciente y funcional.

  1. Comprender el significado del síntoma
    • En lugar de ver la disfunción física como un problema aislado, se explora su simbolismo. ¿Qué parte del cuerpo se ve afectada? ¿Qué función queda bloqueada? ¿Cómo se relaciona esto con la historia de la persona?
  2. Acceder a las emociones subyacentes
    • Muchas veces, los síntomas de conversión surgen como una defensa ante emociones intensas como la culpa, el miedo, el deseo o la ira. En terapia, se trabaja para traer estas emociones al consciente y permitir su expresión sin necesidad de que se manifiesten físicamente.
  3. Reconectar la mente con el cuerpo
    • La disociación entre la experiencia emocional y corporal es común en estos casos. Técnicas de atención plena, trabajo somático y terapia de movimiento pueden ayudar a restablecer esta conexión.
  4. Resignificar la historia personal
    • La forma en que una persona interpreta su propia vida influye en la forma en que su cuerpo responde. Reescribir la narrativa interna desde una perspectiva de integración y crecimiento puede ser un paso fundamental en la recuperación.

Prácticas para la vida diaria

Además del trabajo terapéutico, hay acciones que pueden facilitar el proceso de recuperación al fomentar una relación más saludable con el cuerpo y la psique:

  • Observar el síntoma sin miedo, sino con curiosidad
    • En lugar de luchar contra el síntoma o verlo como un enemigo, preguntarse: ¿Qué intenta comunicarme mi cuerpo? Llevar un diario de síntomas y emociones puede ayudar a encontrar patrones.
  • Practicar el enraizamiento físico
    • Actividades como caminar descalzo, presionar los pies contra el suelo o sostener objetos con diferentes texturas ayudan a reforzar la sensación de conexión con el cuerpo.
  • Explorar formas seguras de liberar emociones reprimidas
    • Golpear un cojín, gritar en un espacio seguro, bailar sin control o escribir cartas que nunca serán enviadas pueden ser formas de expresar lo que antes quedaba atrapado en el cuerpo.
  • Involucrar la respiración en la regulación emocional
    • Respirar profundamente y con conciencia, expandiendo el diafragma, permite reducir la tensión corporal y disminuir la activación de la respuesta de conversión.
  • Identificar y cambiar creencias limitantes sobre el cuerpo
    • Muchas veces, hay creencias inconscientes sobre la fragilidad, el dolor o el deber de cargar con sufrimiento. Reflexionar sobre estas ideas y transformarlas puede ser clave en la recuperación.
  • Utilizar técnicas de visualización
    • Imaginar el cuerpo recuperando su movilidad o función, visualizar la energía fluyendo libremente por las áreas afectadas, puede ayudar a restaurar el equilibrio psicofisiológico.
  • Reducir la autoexigencia y la presión social
    • Muchas personas con trastorno de conversión han vivido bajo una gran presión para cumplir expectativas externas. Practicar la autoaceptación y darse permiso para el descanso y el placer puede ser un acto terapéutico en sí mismo.
  • Crear rituales de reconexión
    • Establecer pequeñas prácticas diarias, como colocar las manos sobre la parte afectada del cuerpo con actitud de cuidado, escribir afirmaciones de sanación o dedicar momentos de atención plena a los sentidos, ayuda a reforzar la relación con la propia corporalidad.

 

El trastorno de conversión no es solo un problema médico o psicológico, sino un lenguaje profundo del ser que busca ser comprendido. En lugar de simplemente eliminar los síntomas, el verdadero camino de sanación implica integrar las emociones reprimidas, restaurar la conexión con el cuerpo y transformar la relación con la propia historia. La terapia proporciona las herramientas para este proceso, mientras que la vida cotidiana puede convertirse en un espacio de experimentación y reconstrucción del vínculo entre mente, emoción y cuerpo.

 

Tratamiento Intensivo Individual para los Trastornos de Conversión (3 ó 5 días en Barcelona)

Este tratamiento intensivo está diseñado para abordar los trastornos de conversión desde una perspectiva integral, facilitando la conexión entre cuerpo y mente. Se enfoca en desbloquear la expresión de emociones reprimidas, transformar patrones inconscientes y restablecer una comunicación más fluida entre la esfera emocional y el cuerpo.

El tratamiento se lleva a cabo en nuestro centro de psicología en Barcelona, pero también existe la opción VIP, en la que se realiza en el hogar, hotel o apartamento donde el paciente resida en Barcelona, brindando un espacio más personalizado y cómodo.

Fases del tratamiento

Para participar en este intensivo, es necesario asistir previamente a cuatro sesiones individuales, ya sea de forma presencial u online. Estas sesiones tienen el objetivo de evaluar la idoneidad del tratamiento, preparar el proceso y establecer una base terapéutica sólida antes del intensivo.

Durante los 3 ó 5 días, se combinan sesiones individuales con el terapeuta y dinámicas prácticas guiadas por asistentes especializados en trabajo corporal, expresión emocional y expresión creativa, asegurando un abordaje integral del trastorno.

Exploración personal y trabajo simbólico

Las sesiones individuales ayudan a explorar los factores psicológicos y emocionales subyacentes al trastorno de conversión, facilitando la comprensión de cómo ciertos conflictos internos pueden estar expresándose a nivel físico. Se trabajan elementos como:

  • Exploración de la historia emocional y simbólica de los síntomas físicos, comprendiendo su función dentro de la psique.
  • Trabajo con imágenes internas y sueños, favoreciendo la expresión de contenidos inconscientes de forma no verbal.
  • Narrativas personales y resignificación de la relación con el cuerpo, ayudando a transformar la percepción del síntoma y su significado.

Trabajo corporal

Dado que los trastornos de conversión implican manifestaciones físicas, se incluyen prácticas diseñadas para restaurar la conexión con el cuerpo y liberar bloqueos somáticos:

  • Movimientos somáticos y ejercicios de integración sensorial, ayudando a recuperar la percepción y movilidad en zonas afectadas.
  • Liberación de tensiones miofasciales, facilitando la descarga de tensiones corporales relacionadas con el síntoma.
  • Ejercicios de respiración profunda y enraizamiento, permitiendo regular la respuesta emocional y favorecer la estabilidad interna.

Expresión emocional

Muchas veces, los trastornos de conversión están ligados a emociones no expresadas que encuentran una vía de manifestación en el cuerpo. Para desbloquear estas emociones, se trabajan técnicas como:

  • Trabajo con la voz y la respiración emocional, facilitando la liberación de emociones reprimidas.
  • Dramatización de conflictos internos, ayudando a transformar dinámicas inconscientes que influyen en la expresión somática.
  • Exploración de los opuestos emocionales, promoviendo una integración más equilibrada de diferentes estados afectivos.

Expresión creativa

La expresión creativa es una vía segura para dar salida a los contenidos internos sin necesidad de verbalización directa. Se utilizan técnicas adaptadas a cada persona, como:

  • Pintura, permitiendo la externalización de conflictos internos de manera simbólica.
  • Escritura terapéutica, facilitando la reconstrucción de la relación con el propio cuerpo.
  • Música y sonido, promoviendo la autoexpresión sin censura y el desbloqueo emocional.

Integración y seguimiento

Al finalizar el intensivo, se dedica un espacio a la integración de lo trabajado, estableciendo estrategias para sostener los cambios y evitar que los síntomas regresen. Para consolidar el proceso, se recomienda continuar con sesiones semanales o quincenales, adaptadas a las necesidades de cada persona.

Este enfoque permite que la transformación no quede solo en una experiencia puntual, sino que se traduzca en una conexión más profunda y armoniosa con el cuerpo y las emociones, favoreciendo una mayor autonomía y bienestar en la vida cotidiana.

 

Nota importante: Este tratamiento psicológico se caracteriza por su enfoque ecléctico, integrando diversas perspectivas teóricas y prácticas desarrolladas a lo largo de los años. Su fundamento se basa en la psicología analítica de Carl Jung, la etología, la teoría biopsicosocial de Theodore Millon y diferentes líneas de psicología somática. Esta combinación permite una comprensión más amplia y flexible de la experiencia humana, abordando el proceso terapéutico desde múltiples dimensiones.

Durante años, este enfoque, desarrollado por Damian Ruiz, ha demostrado ser valioso en innumerables casos, donde la experiencia terapéutica ha respaldado su efectividad en la evolución de muchos pacientes. Sin embargo, como en cualquier proceso psicoterapéutico, no se pueden ofrecer certezas absolutas ni garantizar resultados específicos. Cada persona es única, y la terapia depende en gran medida de su compromiso, apertura y participación activa. No se trata de esperar cambios inmediatos o transformaciones milagrosas, sino de permitir que el proceso siga su curso de manera progresiva y sostenida.

Por ello, y especialmente en el caso de quienes estén interesados en la terapia intensiva individual, es imprescindible realizar un mínimo de cuatro sesiones previas. No obstante, se recomienda un número mayor para evaluar de manera más precisa la adecuación y efectividad del tratamiento en cada caso particular. Solo tras esta evaluación se debería considerar la terapia intensiva individual, que no debe entenderse como una solución aislada, sino como un punto de inflexión dentro del proceso terapéutico, permitiendo una aplicación más profunda y focalizada de los aspectos vivenciales del tratamiento.

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