Prepararse para la sociedad que viene.
Estamos ante una nueva época, un tiempo en el que la competencia bio-social se acentuará, es probable que se apruebe en algunos países una renta básica para aquellas personas en situación de pobreza económica que requieran de ayudas para subsistir.
Pero vamos a crear un mundo donde una parte importante de la población se limitará a sobrevivir, y en la que los gobiernos procurarán que no molesten mediante distracciones abundante, comida barata, y otro tipo de aletargamientos. Los robots y la alta tecnología realizarán funciones que hasta ahora hacían humanos, la eutanasia se implementará de forma cada vez más extensa y sólo un porcentaje de la población, ¿un cuarto, un tercio?, podrá pertenecer a ese sector social llamado clase media.
En resumen: una élite mundial, capas medias que abarquen de un 25 a un 35% de la población, y una inmensa masa anestesiada.
Entonces ¿quienes formarán esas capas productivas?
Aquellos que tengan algo que ofrecer: una profesión adecuada (algunas serán más necesarias que otras, especialmente las técnicas y científicas), flexibilidad cognitiva, adaptabilidad, empatía social, determinación, atrevimiento y buena integración en los grupos.
Las dudas, generadas por la culpa, los miedos o la falta de sentido de la propia existencia serán lastres en el proceso de inserción social de los individuos.
Vamos hacia un mundo amablemente “salvaje”, donde cada vez más proliferan políticos que simpatizan, de modo más o menos sutil, con la doble idea de población útil/inútil. Y mientras unos, los más humanistas, intentan extender las posibilidades al conjunto de los ciudadanos, otros entenderán, entienden, que a los más débiles, sea por lo que sea esa condición, en el mejor de los casos hay que sostenerlos, en el peor, dejarlos caer.
Arthur Laffer, economista norteamericano, ex asesor del gobierno Reagan, declaraba recientemente en un periódico nacional que el coronavirus era darwinista, es decir mataba más a ancianos, enfermos y pobres. ¿Alguien cree que esto se le escapa a determinados mandatarios?-
Es por ello que cobra especial importancia una visión pragmática de la existencia, especialmente en las personas más jóvenes: ¿quién soy? ¿cual es mi configuración físico-psíquica? ¿cuales son mis potencialidades y talentos? ¿qué he de hacer para desarrollarlos? ¿cómo puedo perder el miedo y ganar seguridad? ¿cómo alcanzar la perseverancia para llegar a objetivos definidos?
El mundo lírico-onírico, y a quien esto escribe le gusta el cine, la literatura, la música y el arte en general, deberá vivenciarse en paralelo a la construcción de esa otra realidad mucho más eficiente en cuanto a lo que a inserción vital se refiere.
Por otra parte hay que tener en cuenta los factores arbitrarios e irracionales que subyacen en las relaciones humanas, por ejemplo serle simpático a alguien con poder de decisión, generar empatía entre los congéneres, el atractivo físico, el sentido del humor, la capacidad de seducción social, todos aquellos elementos que siguen funcionando de manera inconsciente en nuestras comunidades, nos gusten o no, nos parezcan más o menos justos.
En definitiva, habrá que estar preparados para el mundo que viene, que ya está aquí, y eso implica ser individual y socialmente competitivos.
Ojalá pudiéramos vivir en otro mundo, más humano, más justo y solidario, pero creo que vamos hacia una sociedad más fría y habrá que estar física y psicológicamente fuertes.
Un planeta ecológico, tecno-científico y altamente competitivo, eso es lo que, probablemente, estemos ya creando.
Damián Ruiz.
Barcelona, 28 de Abril, 2020.