“Llevaba dos vidas: una clara, vista y conocida de todos los que tenían que conocerla, llena de verdad y engaño convencionales, semejante en todo a la de sus amigos y conocidos; y otra que discurría en secreto. Y por una coincidencia singular, tal vez casual, todo aquello que para él era interesante e importante, todo lo que para él era esencial, todo aquello en que no se engañaba a sí mismo y era sincero, todo aquello que constituía la médula de su vida, permanecía oculto a los demás; mientras que todo lo falso, la envoltura exterior en que se escondía para encubrir la verdad (por ejemplo, la actividad en el banco, las discusiones en el club, …, la asistencia a fiestas de aniversario con su esposa), todo eso se desarrollaba a la luz del día. Juzgando a los demás a través de sí mismo, no daba crédito a lo que veía, suponiendo siempre que en cada persona, bajo el manto del misterio como el manto de la noche, se ocultaba la vida verdadera e interesante. Toda existencia individual descansa sobre el misterio, y quizá sea en parte por eso por lo que el hombre civilizado se afana tan nerviosamente en asegurarse el respeto de su intimidad”
La dama del perrito. Chejov
Si el lector de este artículo tiene más de treinta años es probable que el texto le resuene.
El concepto de Sombra de Jung hace referencia a ese lado oculto, pero no de la vida, sino de la psique. Se refiere a aquellos elementos, positivos o negativos, que permanecen latentes pero que, por una razón u otra no llegan a manifestarse y que, a través del análisis, deberían empezar a emerger.
¿Por otra parte podemos imaginar el grado de integración psicológica que significa la frase “todo aquello en que no se engañaba a sí mismo y era sincero”? Es muy difícil que una persona así padezca ningún tipo de compulsión o adicción. ¿Por qué? Porque no tiene que huir de sí mismo, no necesita compensar elementos ocultos que, de alguna manera, aparecerían de forma impulsiva y poco controlada.
Y ¿qué es una existencia sin misterio? Directamente una vida rígida u obsesiva. La pureza y la rectitud crean narcisos autocontenidos que tienen tendencia a controlar a los demás, una forma de refrenarse a sí mismos (no sin cierta violencia). Pero también lleva a muchas personas a vivir atrapadas en una cárcel interior donde no debe existir el mínimo atisbo de duda, donde el mundo se representa en dicotomías blanco-negro, sin matices.
Antón Chejov (Rusia, 1860-1904), uno de los grandes escritores rusos, define claramente en este fragmento de uno de sus relatos la verdadera naturaleza del ser humano.
El mundo interior en muchas ocasiones está muy alejado del externo, plagado de convenciones y estereotipias, y quizás se necesita, en muchos casos, valor para acercarlos, pero lo que ningún humano se puede negar a sí mismo, a no ser que quiera vivir en un permanente malestar psíquico, es el hecho de no engañarse y de ser absolutamente sincero consigo mismo. Ahí, en ese punto es al que deben llegar las mujeres y los hombres evolucionados.
Damián Ruiz
Barcelona, 10 de Mayo, 2020