curar trastorno obsesivo.
La mayoría de las consultas que recibo por correo, y a las que no puedo atender una por una, porque, literalmente, no tengo tiempo, se refieren a trastornos obsesivos, y especialmente a los diferentes tipos de pensamiento que se producen, pongo varios ejemplos: “quedarse calvo”, “contar objetos”, “ser homosexual”, tener que hacer ciertos rituales, “el olor corporal”, etc.
La primera cuestión que tenemos que plantearnos es:
¿Tiene importancia el tipo de pensamiento que obsesiona a una persona en concreta?
Sí, tiene una relativa importancia simbólica, es decir, sí significa algo y hay que tratar de averiguar cuál es su conexión más profunda, pero el hecho de que esa idea dé vueltas una y otra vez en la mente de una persona tiene que ver con el hecho de que está excesivamente cargada de energía.
¿Entonces qué hacemos para descargar de energía esa idea obsesiva? ¿Tratamos de encontrar un significado oculto a ese tema? ¿Enseñamos técnicas para aminorar y parar el pensamiento? Puede que ambas cosas sean válidas, pero en realidad lo que importa es liberar la energía, dejarla fluir por todo el organismo, es decir: acabar con la dictadura del pensamiento racional que oprime a todo el pensamiento emocional, los instintos y el pensamiento creativo. Dicho de otra manera: liberar al cerebelo y al sistema límbico de la rígida opresión del córtex cerebral.
Y eso ¿cómo se hace? ¿Hablando? ¡¡¡¡¡NO, NO, NO, NO, NO!!!!!
EL TOC no se cura solo hablando
Si algo me cansa es la psicoterapia de salón. (Y eso que creo tener una extensa formación intelectual como psicólogo especializado en teoría y práctica junguiana, -me he pasado catorce años de mi vida después de licenciarme estudiando y trabajando sobre esa línea psicológica-). En pleno siglo XXI con todos los avances teóricos y científicos descubiertos por la física cuántica y todo el conocimiento ancestral de la humanidad, incluidos los de las culturas primitivas o el de las grandes tradiciones místicas, ¿pretendemos sacar a alguien de un trastorno obsesivo grave o de un TOC sin mover el culo de los sillones? De hacerlo así podemos tenerle toda la vida delante nuestro viniendo una vez por semana.
Un alma ahogado
La obsesión es símbolo de que la vida, el alma, se ha ahogado, y que lucha por liberarse condenando a su carcelero, el cerebro, a una queja continua. Si yo, como terapeuta, hablo con el cerebro del paciente le doy más fuerza a ese cerebro, si quiero que el sistema límbico se rebele y se libere tengo que ayudarle a él, al sistema límbico, a que rompa la barrera del cerebro (siempre y cuando no haya un componente psicótico que pueda emerger de manera abrupta, entonces habrá que hacerlo de forma más paulatina). Es decir: revolución o reforma, pero nunca dialogar con el componente racional, porque si dialogamos con él le estamos rearmando, le estamos haciendo más fuerte.
Liberar el sistema límbico
Y ¿cómo liberamos el sistema límbico? Mira cómo se comportan los primates, cómo se comportan las tribus primitivas, cómo viven en un monasterio budista, cómo se escala una montaña, cómo se adentra uno en la jungla, cómo actúa el chamán de un poblado, cómo se baila al ritmo de la música, cómo se vibra con la creación artística, cómo luchan dos machos en celo por una hembra en el reino animal, cómo vibra el corazón con el ritmo de los tambores… En todo esto está la respuesta y así es como trabajo yo.
Damián Ruiz.
Psicólogo (Col.7884)
Analista junguiano (IAAP)
Barcelona.