Alternativa al suicidio.
Acabo de leer la noticia del suicidio de un ex – jugador de fútbol alemán, a los 33 años.
De todas las noticias que puedo llegar a leer esta es, la de los suicidios, la que más me impacta. Y solo puedo llegar a entenderla en caso de enfermedades terminales que causan un grave dolor físico. Es por ello que creo que sería necesario aprobar la eutanasia en aquellos casos en los que la persona sufre un mal irresistible y sabe que no hay esperanzas de recuperar su salud. Aunque los milagros existen, ciertamente.
La cuestión son aquellos suicidios que vienen derivados del dolor emocional, del tormento psicológico, de la mente sufriente… ¿Es que no hay nada que hacer con todo ello? ¿No hay alternativa?
Vayamos por partes, primero algunas preguntas:
¿Algún día la psicoterapia podrá entender que ante situaciones tan duras es necesario actuar con cierta radicalidad? ¿Siendo imprescindible a veces levantarse del sillón?
¿Podrá entender la psiquiatría que hay un tope de medicación que, por más que se aumente o se prolongue en el tiempo, puede que ya no tenga los efectos esperados sobre el paciente?
¿Entenderemos algún día que cuando el pensamiento se apodera de la psique y la tiraniza, cuando la más profunda desesperación invade a una persona o cuando no hay posibilidad de huir del infierno interior hay que devolver a la vida a ese paciente?
Ha caído en las profundidades del abismo, de un abismo oscuro y tenebroso y no encuentra salida. ¿Vamos a seguir hablando con él o ella, mientras se le administra medicación? ¿Así le vamos a sacar del infierno?
El paciente, o su familia, tiene que ir a la búsqueda de alguien que considere que le puede ayudar, y a ese alguien: médico, psicólogo, terapeuta,… hay que preguntarle no solo si se ve capacitado profesionalmente para sacarle del dolor psíquico sino la gran pregunta (que también algún día habrá que enseñar en las facultades de psicología): ¿Esta persona en concreto, este paciente, te conmueve lo suficiente para ir más allá de lo profesional y dejarte las fuerzas en el empeño de ayudarle? Porque si no te moviliza interiormente, por las razones que sean, si la contratransferencia del terapeuta no es suficientemente energética no lo va a poder hacer. Es así, todos somos humanos. Por lo tanto, hay que reconocer que, ante situaciones de dolor extremo, el paciente que se nos presenta nos tiene que llegar a un nivel más profundo, porque sino, simplemente aplicaremos la profesionalidad y los conocimientos adquiridos y ya está. Y eso, en casos muy, muy graves, puede no ser suficiente.
Por tanto al paciente atormentado hay que llevarle de nuevo a la vida, hay que liberarle del pensamiento y de la emoción consecuente, y hay que encauzarlo hacia un nuevo renacimiento personal, es decir debe “morir” lo que le torturaba para volver a renacer como persona.
Y todo eso ¿cómo se puede hacer?
Como lo haría un grupo de monos ante un miembro de su clan profundamente deprimido.
Con la ventaja de que nosotros, los humanos, tenemos aún muchos más recursos por activar. Todos aquellos que hoy, debido a esa visión aséptica y victoriana de la psicoterapia, apenas se movilizan.
Y si tú eres la persona que lo está pasando mal, que sufres, te recomiendo solo dos cosas, más ya entraríamos en el terreno del consejo radiofónico: despierta tu espiritualidad, activa tu cuerpo conectándolo con la naturaleza.
Damián Ruiz.
Psicólogo (Col.7884)
Analista junguiano (IAAP)
Barcelona.