Si nos liberásemos de nuestros prejuicios, de nuestros miedos, de nuestras inseguridades y de los patrones más rígidos que encorsetan, algunos innecesariamente, nuestra existencia, probablemente el mundo se nos revelaría en su verdadera dimensión.
Sin ir más lejos el domingo pasado y bajo unos frondosos árboles que nos daban sombra, en un extenso jardín, un grupo de amigos hablábamos, con cierto afán filosófico, sobre las veces que la existencia nos muestra una posibilidad abierta y nos abre una puerta para posteriormente cerrarla.
Se trataría de una especie de juego en la que se te señala aquello que estarías en condiciones de hacer para después desaparecer. Un reto en el que debes descubrir las claves con las que volver a “abrir esa puerta”.
Pondré un ejemplo personal. Este mismo año una editorial tradicional (aquellas que apuestan por los autores sin cobrarles) decidió publicar un libro de ficción que había escrito, “En la planta 46 y diecinueve relatos más”.
Hacía años había creado, publicado y se habían representado algunas obras de teatro. También obras de psicología divulgativa.
Pero esto me generaba una especial emoción.
- Aunque llevo toda la vida, desde mi primera juventud, dedicado al estudio y la praxis de la psicología, profesión vocacional, mi “mundo interior”, el más idealizado, no vibra con los grandes genios de esta actividad, más allá de que algunos como Jung me generen una enorme fascinación, sino que conecta y se identifica con el espíritu, las vidas y las formas de percibir la existencia de “los escritores”.
Es decir, si profesionalmente soy un psicólogo, anímicamente mi ser pertenece, o le gustaría hacerlo, al “universo” de los literatos.
En resumen soy, en esencia, siento que soy un escritor, frustrado o no, mejor o peor, que ejerce de psicólogo -.
Eh voilà la cuestión! ¿Qué significa que a los cincuenta y ocho años te publiquen tu primer libro narrativo de ficción? ¿Es una puerta que se abre y se cierra? ¿Un hecho efímero que sucede puntualmente? ¿Una mera fantasía cumplida de forma casi anecdótica?
La posible respuesta conecta con esa visión del mundo como símbolo.
¿Me creo que puedo perseverar y seguir escribiendo porque el camino de la literatura está abierto? ¿Es simplemente una vana ilusión?
Estas son las claves a descifrar.
Si eres un artista que hace su primera exposición y vendes dos de tus obras. ¿Te están señalando el camino? ¿Debes mantener la constancia o puede que no suceda nunca más o tan sólo muy de vez en cuando?
¿Cómo lo sabemos?
Alguien, yo mismo, podría definir el camino que lleva a materializar los sueños con aquella frase que Picasso le respondió a Joan Perucho, escritor barcelonés fallecido en el 2003, cuando éste último le preguntó cuál era el secreto de su éxito, “trabajo, trabajo y trabajo” respondió el pintor.
En términos prosaicos vendría a ser aquello de “a Dios rogando y con el mazo dando”.
Fe, determinación y perseverancia.
Estas tres cualidades son imprescindibles para que aquello que se mostró tras “la puerta”, una vez cerrada, vuelva a abrirse.
La cuestión es ¿cuántas personas hay en el mundo con determinación, fe en lo que hacen y perseverancia hasta la consecución de la obra? Y ¿a cuántas de ellas no se les mostró lo que había en sí mismos? (porque quizás no lo hubiera).
Recordemos: Para que se abra la puerta es fundamental que, aún de forma casi casual, alguna vez “el mundo” te haya enseñado lo que hay detrás de ella.
Eso significa, por ejemplo, y como he dicho en múltiples ocasiones, si mi deseo hubiera sido convertirme en un notable concertista de piano, por mucha fe, perseverancia y determinación que le hubiera puesto, nunca lo habría conseguido. No tengo ese talento y además nunca se me indicó ese camino.
Y ¿cuando sabemos si una determinada señal es un símbolo?
Cuando se nos gratifica algo realizado desde un lugar desconocido y que posee las credenciales para hacer una valoración adecuada.
Es decir, si alguien con criterio fundado y externo a ti, cualifica aquello que has producido como algo notable o excelente, y además de una manera hasta cierto punto fortuita.
La niña que, a los nueve años, ejecuta al violín una partitura compleja y un ilustre espectador en la materia avisa a los padres de que están ante un enorme talento. Por ejemplo.
Aún así, hay algo más: la necesidad de hacer.
Pedro Almodóvar, el famoso cineasta español, al recoger un premio honorífico explicó que su determinación a dirigir cine era de tal calibre que estuvo, en su momento, dispuesto a vivir en la pobreza y la marginalidad con tal de conseguirlo.
Tal como Job y su contundente frase bíblica “Yo no te abandonaré Señor, si Tú no me abandonas” hay personas que retan “al universo” con un “o esto o nada”.
Y ese “o esto o nada” tiene grandes implicaciones vitales, por ejemplo uno de absolutamente necesario: asumir el fracaso, los fracasos.
Si no estamos dispuestos a ello, mejor no iniciar nada, pues se nos van a poner trabas hasta alcanzar nuestro objetivo para comprobar de que forja estamos hechos, nuestras fortalezas y debilidades se harán presentes en el camino y sólo aquellos, -esto es un tópico real-, que sean capaces de levantarse tras cada caída conseguirán alcanzarlo.
Recapitulemos:
- Nos muestran lo que hay detrás de la puerta (es decir el mundo nos hace percibir el camino de nuestros talentos)
- Fe, determinación y perseverancia
- Necesidad de hacerlo
- Aceptación del o los fracasos temporales
Aún hay más,
desapegarse del núcleo de partida y buscar la trascendencia de la obra, no del ego.
- Si lo que buscas es la gloria de tú ego, prepárate a recibir los mayores golpes que la vida te esté reservando.
Los ególatras además de ser terriblemente estúpidos, desde una perspectiva existencial, son, probablemente, los seres más, mentalmente, castigados de la tierra. No hay paz interna para nadie que todo lo realice en honor de su persona-.
Desapegarse no es lo mismo que desvincularse.
Puedes trascender el mundo en el que te ha tocado nacer: familia, amigos, creencias tradicionales del entorno, lugar geográfico y, al tiempo, mantener vínculos emocionales con ellos, incluso desde la distancia.
La vida puede estar requiriendo de ti, para plasmar tu obra, sea artística, científica, literaria, deportiva, empresarial, etc., un acto de fe.
Una prueba de superación de tus miedos, pero no una “ boutade”, un movimiento absurdo y sin sentido, sino un compromiso con tu camino que requerirá que dejes los asideros para iniciar el vuelo.
Para ir acabando, vivimos en una sociedad bastante desquiciada bajo la frívola apariencia de libertad y derechos.
Por ello, habrá que aprender a elegir y a no frustrarte cuando te alejes de las masas y sus becerros de oro.
Busca a aquellos que, quizás como tú, y tengas la edad que tengas, necesitan salir del barro para dar cumplimiento al mayor cometido, simbólico, que pueda tener cualquier humano: “Ser aquello que viniste a ser” y “plasmarlo a lo largo de tu existencia”.
Damián Ruiz
Barcelona, 12 de Julio, 2023