El tratamiento psicológico

Damián Ruiz

 

Cuando era un joven estudiante de psicología, en el último curso de la carrera, la profesora de la asignatura de Teorías de la Personalidad, en aquel entonces una de mis materias preferidas, nos preguntó, a los alumnos, cual creíamos que era la variable que, según estudios realizados, más influía en el buen desarrollo de una terapia psicológica. Planteó cinco posibilidades, cuatro de ellas estaban relacionadas con la edad, el género, los años de experiencia o la línea psicológica de la terapia pero la que, con mucha diferencia, intervenía más, nos dijo, era la personalidad del terapeuta.

Y después de muchos años ejerciendo esta profesión puedo asegurar que es así.

En mi caso concreto, a medida que mi consulta privada se consolidaba fui descartando todos aquellos temas que, a mi juicio, me parecían menores (aunque para quien los sufre probablemente no lo sean) y centrándome en los asuntos más complejos, en aquellos que suponían un reto tanto intelectual como una alta motivación para poder ayudar al paciente a liberarse del sufrimiento psíquico.

Por otra parte, conocerse es un factor crucial imprescindible en cualquier terapeuta y obligatorio en el caso de aquellos que pretendemos convertirnos en psicoanalistas, analista junguiano como fue mi caso, y que te hace pasar por un periodo largo de análisis personal.

En definitiva, más allá de la teoría y método que uno maneje, por muy eclécticos e integradores que sean, existe el factor instrumental, es decir el del psicólogo como instrumento y que tiene mucha relación con su propia idiosincrasia.

 

Por ello, al ser esta una web personal creo importante describir algunos aspectos de mi persona que conciernen a la terapia. 

Realizo la terapia desde una activa lógica deductiva que me lleva a buscar las causas del problema, independientemente de la posible predisposición genética, así como la naturaleza esencial y “arquetípica” del paciente, que incluye aspectos como personalidad, carácter, temperamento y, algo muy importante, niveles de sobreadaptación al medio y actos de compensación a la resignación interna. 

Otros factores a tener en cuenta son las emociones reprimidas, especialmente el miedo y la culpa, pero también la ira o los deseos inhibidos. 

El sufrimiento ajeno activa mi necesidad de buscar soluciones y si estas pueden ser simples no necesito que sean sofisticadas. En cambio cuando las circunstancias son complejas y no hay una salida fácil acudo a todos los conocimientos que he ido adquiriendo, investigo y no tengo inconveniente en buscar alternativas para encontrar una vía de solución, siempre de acuerdo con el paciente.

El contexto social, profesional, familiar, el hábitat geográfico, son aspectos que tengo muy en cuenta y evaluo la posibilidad de solicitar cambios, por parte del paciente, en su interacción con ellos.

Trabajo con una combinación de profundidad y pragmatismo, mi intención primera y última es ayudar a las personas a salir del sufrimiento y superar el problema o trastorno que presentan.

Si bien respeto mucho, lógicamente, las relaciones personales y sentimentales no soy el terapeuta más adecuado con el que trabajar cualquier tipo de ensoñación romántica (excepto si forman parte del problema o ayudan en su solución). Sí en cambio, y desde una perspectiva no psicopatológica, ayudar en la consecución de objetivos en personas de todas las edades, incluso si son altamente ambiciosos, es algo que me satisface considerablemente. Aunque como queda claro en el título de este artículo (y de la web) prefiero el tratamiento psicológico de trastornos complejos.

Tengo un trato directo y natural, correcto pero sin demasiados aspavientos. Estoy enfocado en el objetivo terapéutico aunque, en gran parte de las sesiones, no sea el tema principal de trabajo. Los síntomas los percibo como la medida que indica el curso de la terapia, una vez sé en qué nivel se encuentran prefiero dejarlos aparte y centrar la sesión en aquellos aspectos que pueden ser fundamentales para la buena resolución del problema.

Y aunque en todo momento soy consciente del procedimiento que sigo, de hecho estoy muy focalizado en ello, suelo utilizar un estilo coloquial para ir transitando por diferentes aspectos de la historia personal, del relato y de las emociones del paciente, muchas veces de manera sutil para ir liberando bloqueos y haciendo emerger aspectos inconscientes fuertemente arraigados.

En una ocasión una paciente en la última sesión de la terapia me dijo: “Si alguien me preguntara en qué ha consistido esta terapia no sabría cómo explicárselo, lo único que sé es que yo vine con una grave depresión (padecida durante años) y ahora ya estoy bien”.

Por otra parte, mi personalidad gusta o no, como la de todos, pero quizás poseo un carácter marcado, prudente al mismo tiempo, que les puede parecer frío o distante a algunas personas.

Sumo dos citas con cuyo significado estoy absolutamente de acuerdo, la primera del que fue profesor de la universidad de Berkeley y filósofo de la ciencia Paul Feyerabend: “De todas las formas de pensamiento que ha desarrollado el hombre, la ciencia es una de ellas pero no necesariamente la mejor” y la otra, extraída del Hamlet de William Shakespeare: 

“Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, que todas las que pueda soñar tu filosofía”.

 

Soy consciente de lo poco popular que es, hoy en día, aún creyendo en el conocimiento científico, el no considerarlo como una religión a la que adorar. Pero la razón, en este estadio de evolución de la humanidad, todavía puede alcanzar niveles de discernimiento superiores de los que la ciencia empírica  está preparada, actualmente, para demostrar.

Que algo no haya sido validado no quiere decir que no exista, y para reforzar este argumento sólo hemos de pensar en que todo lo que hoy es una realidad tangible para algunos de nuestros ancestros y que pudieron llegar a visualizar o imaginar, en su momento, no fue considerado más que una sinrazón para muchos de sus contemporáneos.

 

De un modo particular estoy muy comprometido con la búsqueda de la superación o mejoría significativa del trastorno presentado por el paciente y, aunque no siempre es posible conseguir el objetivo marcado, creo alcanzar, en términos generales, resultados terapéuticos más que aceptables.

Barcelona, 2024

www.damianruiz.eu

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