Una parte de la población, especialmente joven, pero no sólo, tiene dificultades para encontrar un sentido más profundo a la existencia, especialmente en momentos de crisis. Y en ocasiones predomina un “ir haciendo” y una adaptación al medio de forma más positiva o más resignada.
Por eso es importante pararse a pensar, y tratar de trazar un camino, para dar respuesta a dos preguntas fundamentales: ¿Quién soy? y ¿Qué he venido a hacer a este mundo?
Pero lo primero que debo decir es que para un sector del “pensamiento” esas preguntas no tienen sentido porque las respuestas que te darían serían: “eres lo que tú quieras ser” y “has venido a hacer aquello que te propongas”.
Este que sería el pensamiento imperante en nuestra época, en la que predominan teorías sociológicas y psicológicas claramente relativistas, tiene su contrapunto, posición en la que me sitúo de forma bastante clara.
Mis respuestas, y la de los más deterministas, serían: “Eres sólamente aquello que ya eres, y por tanto, tu misión es descubrirlo”, y “Has venido a hacer aquello para lo cual estás configurado genética, biológica y psicológicamente, en clara interacción con el ambiente”.
Esta dicotomía es histórica y universal, desde Aristóteles a Platón, de Skinner a Jung, de las teorías del caos y la visión entrópica del cosmos (la tendencia al desorden y a la expansión) hasta la existencia o no de Dios o de un ente superior, o una energía. Todo pasa por estas dos concepciones básicas de la vida.
Vayamos con una frase de Einstein y una pregunta.
Einstein en los últimos años de su vida dijo “Pasado, presente y futuro, no son más que una ilusión que necesita el cerebro para poder funcionar”.
Si le damos un par de vueltas podemos deducir que el tiempo, según su criterio, no sería lineal, sino que existiría en dimensiones paralelas o bien en un orden no necesariamente cronológico (Cronos, dios de la materia).
El I Ching, el libro de sabiduría chino, al que dediqué mucho tiempo de estudio viene a decir que el presente no es más que la materialización de un futuro que ya existió, por lo tanto habría que considerar que vivimos en el pasado porque lo que hay ahora ya fue. Y fue en condiciones no físicas, sino energéticas. Muy platónico, cierto, pero da que pensar.
Y la pregunta del millón, la gran cuestión: “¿El azar existe?”
Haremos como en los antiguos libros de aventuras en que podías elegir una respuesta y continuar por una página o por otra en función de lo que hubieras decidido.
En este caso diré que si tu respuesta es Sí quizás no te interese seguir leyendo.
Si has respondido No, entonces bienvenido al club de los deterministas, aquellos que creemos que no puedes ser más aquello que ya eres y que tú vida no será más que lo que está predeterminado por tu configuración biopsicológica en interacción con el medio y que, por supuesto, y por lógica con esta línea filosófica, el universo responde a un mecanismo perfecto del que todos formamos parte.
¿Eso quiere decir que no tienes margen de acción?
Por descontado, pero dentro de unos límites, que serían:
- El equilibrio físico-psíquico intrínseco a la condición humana
- La armonía con las condiciones espacio-temporales que a uno le han tocado vivir (época, zona geográfica, cultura, etc).
- Capacidad de transmutación progresiva de los aspectos inferiores del ser (dicho de otra manera, cuando te vayas de esta existencia ¿habrás evolucionado como ser humano, en el sentido de sacrificar aspectos inferiores en aras de otros superiores? o ¿te irás como viniste?).
La cuestión es, en mi opinión, y como dijo Miguel Ángel al ser preguntado por cómo había conseguido una escultura tan bella, no recuerdo si en referencia a La Piedad o al David, su respuesta fue: “Me he limitado a quitar la piedra que la cubría”.
Si te quitases los miedos, los prejuicios innecesarios, el peso de una tradición costumbrista que quizás te ahoga, la sobreadaptación al medio y la necesidad de caer bien a todo el mundo y aumentaras tu autoestima y tu sentido de la libertad, a lo mejor podrías empezar a sentir quien eres (eliminarías la piedra que te cubre).
Las personas podemos saber qué es lo que nos gusta y lo que no, qué nos emociona, qué nos hace vibrar, qué nos calma y nos da paz… pero para ello es condición previa la libertad interior.
Y hago hincapié en el concepto interior porque “yo y sólo yo (y es un yo genérico) sé mi verdad, independientemente de lo adaptable y flexible que sea en el medio en el que vivo”, con esta frase no estoy hablando de mí, estoy escribiéndola para que te la hagas tuya y la reflexiones.
Si te preguntaras, durante una semana cualquiera: ¿qué es lo que te hace verdaderamente feliz?, ¿a quién admiras?, ¿qué vida te gustaría llevar?, ¿qué te da paz y te calma?, ¿qué te gustaría aprender?, ¿en qué lugar te gustaría vivir? probablemente sabrías algo más de ti.
Olvídate de conceptos como: millonario, lujo, ser muy feliz, ser famoso, tener muchas relaciones sexuales, etc. Son tópicos que no llevan a nada y sólo son reflejo de un vacío interior.
Hay que ser más profundo y encontrar aquello que verdaderamente le define a uno.
Y es que la gran mayoría de las personas se mueve por lo que podríamos llamar “lugares comunes” y tienen dificultad para vincularse con aquello que verdaderamente son, pasando la vida sin más sentido que el ir haciendo.
Llegados aquí te propongo un ejercicio, tengas la edad que tengas, coge un bolígrafo y escribe cincuenta cosas, lugares o personas que te gusten de verdad, no te censures ni pongas nada porque te sabría mal no hacerlo, sé espontáneo y radicalmente libre.
Después obsérvalo y analiza si has sido honesto, y si es que sí, ahí está parte de ti.
Y, por encima de todo, recuerda que el ser humano tiene unos límites, no podemos ser “superhombres ni supermujeres” pero tampoco monos reactivos que viven exclusivamente al albor de sus caprichos y deseos.
El autoconocimiento viene primero y después la libertad, en función de éste, de crear la propia vida.
Si lo haces con serenidad pero con determinación te puede esperar una bonita existencia, y nunca es tarde.
Damián Ruiz
Barcelona, 16 de Febrero, 2022
www.damianruiz.eu