La sombra y los hechos

La “sombra”, en Jung, representa a esos aspectos inconscientes, en muchos casos latentes, cercanos a la conciencia y que, de no ir integrándose progresivamente, mediante el conocimiento que proporciona el análisis (psicoanálisis) pueden condicionar nuestra existencia a través de acciones, de proyecciones erróneas o de elementos que se nos escapan y que intervienen, a veces, de modo sustancial en circunstancias relevantes.

Pero no todo es “sombra”. A veces son hechos.

Me explico,  en cierta ocasión Freud fue preguntado, en una conferencia pública,  sobre si los puros, algo que frecuentaba con cierta pasión, podrían considerarse “un objeto fálico” a lo que respondió: “A veces un puro es solamente un puro”.
Esta frase, proferida por el padre de la teoría psicoanalítica, tiene una considerable importancia debido a la contundente conexión con la realidad que representa.

Y eso, a mi modo de ver, ocurre con el concepto “sombra”.
La sombra se puede utilizar para todo: proyección, desplazamiento, resistencia, etc. Y siempre a la carta. En el momento que se confronta una situación, por ejemplo entre paciente y analista, este último puede concebir tal instancia inconsciente como un factor para inhibir o debilitar la tesis que el primero defiende. “Estás proyectando”, palabras mágicas con las que se refuta de plano cualquier posibilidad de que haya algo de razón en el analizando.

  • Franco, el dictador español, tuvo la fortuna, irónicamente hablando, de que su sacerdote confesor fuera comunista, lo cual le excusó, supuestamente, de explicar algunas de las confesiones. Una de ellas, la siguiente: “No entiendo cómo puede ser que a mí, queriendo tanto a los españoles, haya españoles que no me quieran”.
    Si jugamos a la hipérbole podríamos decir que lo que impedía que algunos, muchos ciudadanos, no quisieran al “caudillo” no eran los actos cometidos por este sino aspectos sombríos que desplazaban hacia él otros conflictos latentes, por ejemplo la mala relación con el propio padre o con alguna figura cercana -.

El “poder” psicoanalítico también puede caer en el error de concebir como producto de la sombra algo que, a poco que observemos con objetividad, son hechos. Otra cosa es que los hechos, a consecuencia de nuestra propia “sombra” pretendamos obviarlos.

Esta instancia psíquica puede permitir perpetuar una situación familiar, profesional, laboral, si obligamos al individuo que, supuestamente no es consciente de los mecanismos que utiliza, a revertir sobre sí mismo y a indagar una y otra vez sobre algo de lo que finalmente se le hace sentir culpable. El mensaje que se le transfiere sería “no es la realidad, eres tú”.
Este prisma, tremendamente conservador, salvaguarda siempre la buena voluntad, por ejemplo de padres o parejas maltratadoras (recordemos, los que ya tenemos una edad, los consejos radiofónicos de la infumable Elena Francis).

Por tanto se hace obligado, desde toda perspectiva y en primer lugar, analizar objetivamente los hechos y posteriormente, dado el caso, y si la realidad no nos ampara, empezar a cuestionarnos si algún aspecto inconsciente del sujeto está interviniendo en la explicación que se da a una situación determinada.
De no hacerlo así podemos caer en el sesgo e incluso, en ocasiones, a una manipulación más o menos inconsciente, más o menos interesada, del otro.

Damián Ruiz
Barcelona, 3 de Mayo, 2022
www.damianruiz.eu

Scroll al inicio